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miércoles, 7 de noviembre de 2007

5. Racionalidad económica y trasformación moral.

5. Racionalidad económica y trasformación moral.

La economía moral es convocada a existir como resistencia a la economía del "libre mercado": el alza del precio del pan puede equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de la gente.

La "radicalización" del paradigma de la producción que, para superar sus inconsistencias, propone György Márkus, significa partir de los problemas teóricos y las exigencias prácticas del presente para reconstruir las "intenciones originales" de Marx: el significado objetivo de su "ruptura" con tradiciones teóricas anteriores.

También significa que la precondición de la posibilidad de la teoría crítica es la realidad empírica "vivida" de necesidades radicales que trascienden, en su contenido, el presente, apuntan hacia una nueva organización social, y condicionan el contenido conceptual de la teoría, puesto que la distinción entre "condiciones materiales" (fuerzas productivas) y "relaciones sociales" sólo se puede trazar en función de dichas necesidades. Las primeras son los elementos sociales que en relación con las necesidades representan una precondición necesaria de la vida humana, una objetividad indiscutible (no valorativa); mientras las segundas (que regulan la reproducción de dichos elementos) pueden ser cambiadas y por ello tiene sentido cuestionarlas. La teoría crítica puede volver imaginable un futuro alternativo, dando así voz a la miseria muda del presente y transformándola en aspiraciones radicales concientes, sostiene GM. La teoría crítica como atalaya del historicismo radical de la finitud humana, dice GM, al analizar el presente desde el punto de vista de una alternativa de futuro basada en necesidades radicales definidas, ha de probar su carácter universal: su capacidad de conducir la unificación práctica del género humano. Pero en vez de la unicidad del sujeto radical acepta su pluralidad inevitable.

Si la pluralidad de valores se plantea como valiosa en si misma, entonces la unidad del género humano ya no se puede pensar ni bajo la categoría de un agente único de transformación radical ni bajo la noción de un consenso alcanzado; se tendría que entender como diálogo ininterrumpido, basado en la solidaridad práctica y la tolerancia creativa, entre diferentes culturas y formas de vida.

GM concluye su obra con reflexiones magistrales sobre la filosofía y sus conceptos básicos: La filosofía sólo puede sobrevivir si se asume como actividad que nos recuerda algo que ya conocemos en la práctica de la vida -el entretejimiento indisoluble de los 'hechos' y las 'reglas' como fundamento incuestionable de la racionalidad humana. El paradigma de la producción sostiene la unidad indisoluble de hechos y reglas en la constitución del mundo vital como realidad material humana. GM aclara que la distinción que tiene sentido hacer no es entre hechos desnudos y reglas desencarnadas derivadas de convenciones, sino entre dos elementos, dos constituyentes de la realidad, ambos constituidos mediante reglas, pero de distinto tipo: reglas 'técnicas' y reglas en sentido estricto sociales, distinción que es siempre relativa al momento histórico, a la situación vital de los sujetos sociales que la trazan. Continúa así: la acción racional sólo es posible si uno puede distinguir, por un lado, entre sus condiciones y los medios disponibles que se han de tomar en cuenta y utilizar, y por el otro, los objetivos y fines que han de elegirse y tratar de alcanzar. Cuando la actividad social deja de ser dirigida por la tradición, cuando su carácter poético (creativo) se vuelve un problema conciente, surge entonces la tarea de establecer esta distinción de manera sistemática, general y justificada.

Ruth Levitas (RL) distingue la función heurística y axiológica de la utopía de su función sistemática que busca diseñar maquetas detalladas de una sociedad futura y coincide con E.P. Thompson (EPT) en que la importancia de Noticias de ninguna parte radica en que corporiza valores alternativos en un modo de vida alternativo, pero cuya función central no es ofrecer un modelo de sociedad sino subvertir el presente. RL cita la idea de Abensour que da título al capítulo: "en una aventura así, el sentido común de la sociedad burguesa cae en desorden y entramos al espacio propio y novedoso de la utopía: la educación del deseo... se trata de enseñarle al deseo a desear, a desear mejor, a desear más y sobre todo a desear de manera distinta" y la complementa: Noticias de ninguna parte "nos invita a experimentar lo que significaría estar en plena posesión de nuestra humanidad" RL narra las conclusiones a las que llega EPT: 1) el marxismo tardío apagó la imaginación utópica y recayó en el utilitarismo del crecimiento económico; 2) reivindicar a Morris reivindica al utopismo mismo para que recorra el mundo de nuevo sin vergüenza; 3) el marxismo, reino del conocimiento, y la utopía, reino del deseo, son complementarios, lo que coincide -añade RL- con la idea de Bloch de la corriente caliente (pasión) y la fría (análisis) del marxismo.

La función de la utopía conlleva la postulación de una escala de valores radicalmente distinta que permite un "salto fuera del reino de la necesidad hacia un reino de libertad imaginado en el cual el deseo puede realmente indicar elecciones o imponerse como necesidad", dice EPT citado por RL, quien añade brillantemente que si "la función de la utopía es la educación del deseo, la función de la educación del deseo es la realización de la utopía". RL cita la distinción de Raymond Williams entre utopía (transformación deliberada) y ciencia ficción (transformación surgida de un cambio tecnológico o de las circunstancias). Lo que le parece valioso a Williams en la utopía de Morris es, señala, el "reconocimiento del largo proceso de desarrollo de nuevas necesidades, condiciones y relaciones sociales". Destaca la conciencia de Morris: "Es imposible construir un esquema para la sociedad del futuro pues nadie puede de verdad sustraerse mentalmente de su propio tiempo". Las obras de EPT y Bloch han debilitado el tradicional rechazo marxista a la utopía. Las funciones educativa y transformadora de soñar, transformación cuyo objetivo es superar la alienación, el papel del arte tanto en prefigurar dicha experiencia (Bloch) como en su realización (Morris) son todas pretensiones de la utopía que si no estuvieran contenidas en el marxismo son al menos compatibles con él y son su complemento indispensable, concluye RL. Levitas y Márkus (la utopía y la teoría crítica) buscan por caminos cercanos el mismo propósito: el florecimiento humano.

6. Cuestiones éticas en la gerencia.

Desde el momento en que se produjo el derrumbe del mito según el cual, el crecimiento económico conducía de modo necesario al desarrollo social y coincidentemente con la convergencia de resultados de líneas de pensamiento, que han sido críticas del colonialismo y la miseria en las regiones pobres del mundo, se ha venido fortaleciendo una visión ética de los problemas del desarrollo (Ferrer, 2004).
Según Velásquez (2006), el crecimiento económico y desarrollo humano en Venezuela muestra que el crecimiento apoya el proceso de desarrollo y éste último, a su vez, le imprime fluidez y eficiencia al primero. Por tal motivo, la estrategia de desarrollo nacional debe estimular la recuperación del crecimiento económico sostenido como instrumento necesario, aunque no suficiente, para mejorar el desarrollo humano y disminuir la tasa de pobreza.

En este mismo orden de ideas, el desarrollo humano es un enfoque alternativo que trata de orientar las estrategias y las políticas de desarrollo, enfatizando que el fin del desarrollo es la gente. Las oportunidades que valoran los seres humanos son infinitas y cambian a través del tiempo. Sin embargo, independientemente del nivel de desarrollo que tenga un país, las tres oportunidades esenciales para la gente son: a) disfrutar de una vida prolongada y saludable; b) adquirir conocimientos y c) tener acceso a recursos e ingresos suficientes para mantener un nivel de vida decente. Así el objetivo básico del desarrollo humano es el de generar un ambiente adecuado para que los seres humanos disfruten de una vida prolongada, saludable y creativa.
Los aportes recientes de Sen (2002) destacan el papel de las libertades en el proceso de desarrollo, éste se concibe como: "…. un proceso de expansión de las libertades reales de que disfrutan los individuos. En este enfoque se considera que la expansión de la libertad es 1) el fin primordial y 2) medio principal de desarrollo… Desde este punto de vista el desarrollo es el proceso de expansión de las libertades humanas y su evaluación ha de inspirarse en esta consideración".
Según Velásquez (2006) puede ocurrir que el crecimiento económico no genere oportunamente suficientes empleos bien remunerados, no promueva mayor equidad en la distribución del ingreso y la reducción de la pobreza, no aumente la participación y la democracia, promueva la pérdida de identidad y la discriminación cultural, promueva la destrucción de los recursos y el deterioro del ambiente, poniendo en peligro el desarrollo humano de generaciones futuras.
Esto lleva a anticipar que un país con rápido crecimiento económico y lento desarrollo humano no logrará mantener su nivel de actividad económica y acelerar su desarrollo humano, de manera que el diseño de política económica debe ocurrir en un contexto de consistencia temporal y sostenibilidad. Según Sen (1998), cabe preguntar si el hecho de reconocer la importancia del "capital humano" ayudará a comprender la relevancia de los seres humanos en el proceso de desarrollo.
Si en última instancia se considerara el desarrollo como la ampliación de la capacidad de la población para realizar actividades elegidas (libremente) y valoradas, sería del todo inapropiado ensalzar los seres humanos como "instrumentos" del desarrollo económico. En consecuencia, la ampliación de la capacidad del ser humano reviste a la vez una importancia directa e indirecta para la consecución del desarrollo. Indirectamente, tal ampliación permitiría estimular la productividad, elevar el crecimiento económico, ampliar las prioridades del desarrollo y contribuiría razonablemente a controlar el cambio demográfico; directamente, afectaría el ámbito de las libertades humanas, el bienestar social y la calidad de vida tanto por sus valores intrínsecos como por su condición de elemento constitutivo de las mismas. La interpretación tradicional del concepto de "capital humano" tiende a concentrarse en la segunda función que desempeña la ampliación de las capacidades del ser humano, es decir, la de generar ingresos. Y aunque este aspecto no deja de ser importante para los ingresos, se habrá de añadir los beneficios y ventajas de tipo "directo" o primario. Dicha ampliación es de naturaleza adicional y acumulativa en vez de una alternativa a la actual noción de "capital humano". El proceso de desarrollo no es independiente de la ampliación de las capacidades del ser humano, dada la importancia de ésta última al nivel instrumental.
Entre los autores que sustentan la actual concepción de una Ética del Desarrollo o Ética para el Desarrollo se encuentran Goulet (1995), Crocker (2001) y sobre todo Sen (2002), citados por Ferrer (2004), quienes han permitido llegar en la época actual a caracterizar la Ética del Desarrollo como una reflexión sobre los fines y medios que acompañan los cambios socioeconómicos en los países por la búsqueda de calidad de vida. Después de los antecedentes de esta línea, que fueron forjándose en contextos reales de pobreza y que se remontan a la década de los años sesenta, se ha producido un desplazamiento de las discusiones hacia la centralidad del desarrollo como asunto ético (Sen, 2002), problemática en la cual está involucrada no solamente la prosperidad material, sino también las posibilidades de cohesión social y de participación política.

Ahora bien, la complejidad de la problemática del desarrollo no puede ser abordada desde visiones interesadamente simplificadoras o reduccionismos sociales, o de reduccionismo ideológico que transforman la realidad en un esquema (Iglesias, 2001). Se hace necesario plantear con nuevo vigor en esta perspectiva, los problemas de una sociedad, a veces, sin horizonte social, temporal, ni ecológico o del Estado y su papel compensador en una sociedad desigual.

Nace la formación crítica de agentes de desarrollo y la promoción de actividades de colaboración entre colectivos comprometidos en tareas que permitan llegar a una propuesta de reflexión ética que, al tiempo que desmitifique el enfoque reduccionista, fomente un modelo de desarrollo que apunte a la sensatez por programas sociales y planes de reformas estructurales, por el cambio de actitud moral del ciudadano.

Refiere Martínez (2000) como el esfuerzo no se limita a la formación de programas y planes sociales, requiere discutir cómo se entiende el desarrollo. Tampoco se ciñe a la mera propuesta de un código ético, para ser aplicado de modo inmediato por los agentes sociales, sino que busca ofrecer una reflexión sobre el trasfondo ético que debe ser aclarado antes de la elaboración de códigos éticos concretos. Por ello, después de ubicar la Ética para el desarrollo en el campo de las éticas aplicadas y de resaltar la importancia de conceptos claves sobre necesidades básicas, es necesario concentrarse en metas formuladas en términos de valores y normas necesarias para la ejecución de tareas coherentes. Así, la compleja interdependencia entre valores, instituciones y normas de comportamiento del ciudadano, así como entre la respectiva búsqueda de equidad en la distribución y para visualizar la interdependencia entre equidad y eficiencia, entre valores e instituciones.

Por tanto, la falta de equidad en una esfera puede conducir a una pérdida de eficiencia y desigualdades en otras (Sen, 2002). Por ello, al promover una reflexión sobre los desafíos éticos del desarrollo, en especial los que plantea el nuevo orden económico que prevalece en nuestros días, se procura despertar la conciencia sobre un aspecto bastante olvidado en el debate contemporáneo: la dimensión moral que lo acontece (Sen, 2002). Esto significa que cuando se habla de los desafíos éticos, que plantea el proceso de desarrollo que está viviendo la humanidad en el orden político, económico y social, debe abocarse a examinar sobre la búsqueda de valores universales, desde una ética social.
Tal y como lo establece Elegido (1996), por lo general la gente piensa en la ética en relación con las acciones individuales, pero existen dos razones de importancia en la vida cotidiana. En primer lugar, la postura ética de un individuo se ve afectada por la postura de sus grupos de referencia. En segundo lugar, los valores éticos institucionales influyen en modo considerable en su capacidad de desempeñarse de manera congruente. La raíz de la cuestión es cómo ciertas responsabilidades individuales derivan de la pertenencia de un individuo a cierta comunidad, y esas responsabilidades no existirían si tal individuo no perteneciera a ella.
Tanto la familia, como las instituciones y organizaciones sociales viven en un reto permanente por sobrevivir. En las postrimerías de un milenio, todavía se tienen que discutir cuestiones esencialmente básicas para la convivencia social humana. La necesidad de un ejercicio ético se debate en los foros profesionales, empresariales y políticos. Muchos argumentos se levantan para justificar actitudes y comportamientos que dejan mucho que desear en los campos privado y público.
De todos modos, la responsabilidad por el rescate de los valores y principios legítimos que pueden dar continuidad y prosperidad a nuestra civilización sigue siendo de cada individuo. Por eso no apelamos ya a la institucionalización de códigos de conducta moral desde los estamentos de poder, ni desde las oficinas ejecutivas de las grandes corporaciones. La ética debe ser parte de la educación del individuo desde su infancia, reforzada especialmente por la educación familiar y formal.
El desarrollo no se puede simular. Hay leyes que lo determinan. Una de esas leyes es la llamada "ley de la cosecha". Sea que resulte claro o no, usted cosecha lo que siembra. Por eso hay que reconocer que si queremos una gerencia más íntegra, éticamente efectiva hay que comenzar desde ahora a educar en los principios éticos a las próximas generaciones de gerentes.

7. Cuestiones éticas en Las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC).

Las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) están invadiendo todos los aspectos de la existencia humana y están planteando serios desafíos a valores sociales que se consideraban firmemente establecidos. Es cierto que las tecnologías de la computación, Internet y la World Wide Web han creado posibilidades a nivel global que no estaban antes disponibles ni para los individuos ni para las organizaciones. Pero también es cierto que han surgido nuevas cuestiones éticas porque los cambios están afectando las relaciones humanas, las instituciones sociales y principios morales básicos que se espera tengan vigencia en las distintas sociedades y culturas.

La nueva sociedad basada en las tecnologías de la información y de la computación debería constituirse en un instrumento para la integración social, para formar una sociedad coherente e inclusiva. Debería tender a reducir las desigualdades existentes y asegurar el acceso general a la información y a los servicios. Es indudable que esta sociedad presenta un enorme potencial y habrá de ofrecer muchas oportunidades que es necesario identificar y para las cuales es indispensable formarse. Su desarrollo no puede constituir sólo una expansión de la infraestructura de la información y de la comunicación. Deberá tratarse de una sociedad informada y participativa que transcienda de la noción tecnocéntrica para adquirir una dimensión humana en la cual el conocimiento compartido constituya la base de la cohesión social.

El mundo está sujeto a un cambio casi permanente originado en las nuevas tecnologías. Muchos de esos cambios pueden ser considerados como positivos. Y, sin duda, para algunos lo han sido y lo serán en el futuro. Otros han sido perdedores a lo largo del proceso. Esto ha llevado a plantear una suerte de dicotomías vinculadas con estos procesos. Así se mencionan los que tienen y los que no, los ricos en información y los pobres en información, los viejos y los jóvenes, los desarrollados y los en desarrollo, los online y los offline, los usuarios y los desarrolladores, los alfabetos en computación y los iliteratos en computación, los locales y los globales. El mundo de las TIC parece haberse segmentado en muchas partes.

Sin embargo, también es cierto que los nuevos problemas éticos que ya se han presentado y que siguen surgiendo a una velocidad que en muchos casos parece superar la propuesta de soluciones, requiere un análisis particularizado que podría centrarse en las cuestiones referidas a privacidad, control de trabajadores, propiedad, seguridad, acceso y poder, globalización, responsabilidad moral y profesional.

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